Hanoi, llegamos a deshora

Hanoi, Vietnam, 13 de junio de 2014. 33 ºC, despejado

Yo ya iba de sobrado. Merchef me había prevenido, pero cuando te crees más listo que el resto no te molestas en hacer caso de lo que dicen por ahí. Merchef fue clara «creo que Hanoi tiene un charme francés, ya verás como nos gusta, deberíamos quedarnos una semana».

«Ja» pensé yo «¿una semana en una gran ciudad? ¿Y asiática? ¿Charme francés en Asia?  y qué más… chocolate con churros en Singapur, nos ha jodido».

Tras nuestra experiencia en grandes ciudades del sudeste asiático en los dos meses anteriores una cosa tenía clara: charme y urbe en Indochina son como el agua y el aceite, pueden estar juntos pero no se mezclan. Bangkok podrá tener masajistas callejeros, fantásticos mercados e increíbles palacios pero ni el Chao Phraya es el Sena ni Chatuchak tiene el decadente encanto del Marché aux Puces de Paris.  Mandalay podrá tener las calles y avenidas ordenadas en damero y podrá tener una quinta avenida pero siempre le faltarán los taxis amarillos para ser Nueva York. Y Manila y Cebú pueden tener catedrales barrocas, iglesias de la Compañía de Jesús, fuertes defensivos con nombres en español e incluso cerveza San Miguel pero les falta el bar de la esquina con olor a fritanga para ser Madrid o Palencia. ¿Por qué Hanoi iba a ser una excepción?

Pues porque todas las reglas tienen una excepción que las confirma y porque Merchef suele estar bastante bien informada.

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Así fue como descubrimos un Hanoi espectacular, lleno de motos, pero también de coches y gente paseando y multitudes haciendo ejercicio en la calle. Al salir la primera mañana del hotel nos dimos cuenta que si bien Hanoi no es París, si París tuviera una hermana en Asia esa hermana sería Hanoi. El barrio antiguo con sus calles arboladas pese a ser el hub turístico de la ciudad guarda la esencia de la vida en Vietnam: cafés, pequeñas tiendas, motos, puestos de comida, más motos, señoras con Non La (sombrero cónico), bicicletas cargadas con cualquier mercancía en un equilibrio imposible, agencias de viajes, alguna moto más y tiendas de imitaciones… y sobre todo mucha, mucha gente. Del barrio antiguo a través del lago Hoan Kiem llegamos a la ópera de Hanoi, un edificio neoclásico que para sí lo quisieran muchas ciudades de la vieja Europa. Aquí anchos bulevares  acogen boutiques de precios impensables para nosotros, pero qué gusto da al menos mirar a través del cristal. Tanto caminar embobados se nos había echado encima la hora de comer.

Así que nos pusimos a buscar un sitio donde llenar el estómago, pero todos los lugares que encontrábamos parecían demasiado vacíos, algunos incluso parecía que estaban cerrando. ¿Cómo puede ser que en una ciudad que rebosa tanta vida sea difícil encontrar un lugar donde comer?

Pues lo es si quieres comer un plato de Pho (sopa de fideos y algo más) ya que por lo general se suele tomar de desayuno y por la mañana, así que nosotros a las dos de la tarde llegábamos a deshora. Pero no nos desanimamos y Merchef se informó de donde servían el mejor Pho tradicional de la ciudad e intentamos organizar nuestra siguiente jornada para llegar al establecimiento antes de que cerrara, pero de camino cometimos el error de parar a tomar un Caphe sua da en el Cong Caphe que hay junto a la Catedral  de Saint Joseph y el lugar nos hechizó. Cuando nos quisimos dar cuenta llevábamos más de una hora en el Cong Caphe y una vez más llegamos al lugar de los Pho a deshora y tuvimos que comer cualquier cosa.

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A deshora llegamos también a nuestra cita de couchsurfing, bueno tan a deshora que nuestro contacto había desaparecido de la galería de arte en la que habíamos quedado.

En mala hora contratamos nuestra escursión a la bahía de Ha Long con nuestro hotel de Hanoi, ya que la excursión fue de lo peor que recordamos de nuestra estancia en Vietnam. ¡Qué timo!

A la hora llegamos para ver el espectáculo de marionetas de agua tan típicas en Vietnam y pudimos presentar nuestros respetos a Ho Chi Minh justo antes de que cerrara su mausoleo. Y para darnos una nueva oportunidad con el Pho nos separamos de nuestros compañeros de viaje que enfilaban a los arrozales de Sapa y decidimos quedarnos al menos una semana en Hanoi.

Algunas informaciones prácticas:

Si estás de viaje por Vietnam échale un vistazo a la web vietnamitas en Madrid, tiene información interesante sobre el país.

En Hanoi, si quieres contratar el tour para la Bahía de Ha Long o Sapa ten en cuenta que no siempre se aplica la regla «mayor precio igual a mejor calidad». Nuestro consejo, intenta hablar con otros viajeros y conocer sus experiencias.

Tómate un café en alguno de los Cong Caphe que jalonan la ciudad, a nosotros nos encantó el que está frente a la Catedral de Saint Joseph. Prueba también el ginger tea.

Bien curioso es el espectáculo de marionetas de agua que se presenta cada día en Thang Long Puppet Theatre en el 57 de Dinh Tien Hoang, junto al lago Hoan Kiem. Pagamos 100.000 Dongs por cada entrada (3,70 €).

Muévete en autobús urbano, el precio es fijo (7.000 Dongs, alrededor de 25 céntimos de euro) y en las marquesinas de las paradas suele haber mapas con los itinerarios de cada línea. Sube al autobús el revisor te vendrá a cobrar y amablemente te indicará donde bajar.

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